Había una vez en un tranquilo pueblo llamado Villa Esperanza, una escuela antigua y misteriosa llamada «Escuela de la Alegría». Durante muchos años, la escuela fue un lugar donde los niños iban a aprender, jugar y hacer nuevos amigos. Sin embargo, un día, algo extraño comenzó a suceder en la escuela que cambiaría la vida de los niños para siempre.
En esa escuela trabajaba un profesor llamado Moisés. Al principio, Moisés era un maestro amable y querido por todos los niños. Siempre tenía una sonrisa en el rostro y era conocido por contar historias emocionantes sobre aventuras y descubrimientos. Los niños disfrutaban de sus clases y se sentían afortunados de tener a Moisés como profesor.
Pero con el tiempo, algo cambió en Moisés. Comenzó a volverse más estricto y severo, y su sonrisa se desvaneció. Se obsesionó con la idea de que los niños debían ser perfectamente disciplinados y comportarse de manera impecable. Cualquier pequeño desliz se castigaba con severidad.
Un día, después de una clase en la que uno de los niños cometió un pequeño error, Moisés anunció una regla nueva y aterradora. Dijo que a partir de ese momento, los niños «malos» serían enviados a una habitación especial en la escuela para aprender a comportarse correctamente. Esta habitación se llamaba «La Sala de la Corrección».
La noticia de La Sala de la Corrección se extendió rápidamente entre los niños de Villa Esperanza, y todos comenzaron a tener miedo de Moisés. Cualquier acto considerado «malo» podía llevarlos directamente a La Sala de la Corrección. Nadie sabía qué ocurría dentro de esa habitación, pero todos tenían miedo de descubrirlo.
A medida que pasaba el tiempo, más y más niños desaparecían misteriosamente de la escuela. Sus amigos y familias nunca volvían a verlos, y sus habitaciones quedaban vacías. Los niños comenzaron a sospechar que Moisés estaba detrás de estas desapariciones, pero no tenían pruebas.
Un día, tres amigos valientes, Lucía, Juan y Carla, decidieron investigar el misterio de La Sala de la Corrección y las desapariciones. Se reunieron después de la escuela y, con linternas en mano, se dirigieron a la escuela abandonada.
Al llegar, notaron que la escuela estaba en silencio, como si estuviera esperando a que alguien entrara. Se acercaron sigilosamente a la entrada y encontraron la puerta de La Sala de la Corrección entreabierta. Sin pensarlo dos veces, decidieron entrar.
Dentro de La Sala de la Corrección, encontraron un lugar oscuro y escalofriante. Había escritos en las paredes que decían cosas como «Aprenderemos a ser buenos» y «Moisés tiene la clave». En el centro de la habitación, descubrieron un gran libro antiguo abierto en una página con un hechizo extraño.
Lucía, que era muy inteligente, comenzó a leer el hechizo en voz alta. De repente, la sala se llenó de una luz misteriosa y una figura oscura apareció ante ellos. Era Moisés, pero su mirada era fría y siniestra.
Moisés les reveló su plan malévolo: había estado encerrando a los niños en La Sala de la Corrección para robar sus risas y alegría y transferirlas a sí mismo. Creía que al hacerlo, se convertiría en el hombre más feliz del mundo. Los amigos estaban horrorizados y decididos a detenerlo.
Lucía, Juan y Carla se unieron y comenzaron a contar chistes y cuentos divertidos, tratando de recuperar las risas robadas de Moisés. Con cada chiste, su figura se volvía más débil y sus ojos perdían su brillo malévolo.
Finalmente, Moisés se desvaneció en una nube de humo, y la sala volvió a estar en silencio. Los amigos se dieron cuenta de que habían vencido a la maldad de Moisés con su alegría y amistad.
Regresaron a sus casas y contaron la historia de su valiente enfrentamiento con Moisés. Los padres y las autoridades del pueblo investigaron lo que había sucedido y descubrieron la verdad detrás de las desapariciones de los niños.
Moisés fue arrestado y llevado lejos de Villa Esperanza, y los niños desaparecidos fueron liberados y regresaron a sus hogares. La escuela finalmente recuperó su ambiente amigable y alegre, y los niños aprendieron que la verdadera fuerza radica en la amistad y la valentía.
Desde ese día, Villa Esperanza volvió a ser un lugar de alegría y felicidad, y la historia de Lucía, Juan y Carla se convirtió en un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, la amistad y la valentía pueden vencer cualquier miedo. Los niños del pueblo aprendieron que siempre pueden enfrentar el mal cuando están unidos y dispuestos a proteger lo que más valoran: su alegría y su amistad.
Más cuentos para leer a los más jóvenes
