El viejo parque de atracciones de Luneville había sido abandonado hace años. Los juegos oxidados y las tiendas desiertas daban testimonio de días más felices. Sin embargo, había rumores entre los niños del pueblo sobre un carrusel que aún funcionaba, escondido en lo más profundo del parque, un lugar donde se decía que «el carrusel nunca deja de girar».
Una tarde, los hermanos Mia y Nico, impulsados por la curiosidad y el deseo de aventura, decidieron explorar el parque. Después de vagar entre montañas rusas rotas y casetas de tiro al blanco cubiertas de polvo, llegaron a un claro donde se alzaba un majestuoso carrusel, como si estuviera esperando para demostrar que «el carrusel nunca deja de girar».
A pesar de la decadencia que rodeaba el lugar, el carrusel parecía estar en perfecto estado. Sus luces brillaban con un resplandor etéreo, y la música, aunque distante, sonaba clara y melódica. Lo más sorprendente eran los animales del carrusel: caballos, leones, dragones y otras criaturas mágicas que parecían moverse y mirar a los hermanos con ojos suplicantes, como si supieran que en el Carrusel Encantado, el carrusel nunca deja de girar.
Atraídos por la magia del lugar y la promesa implícita de que «el carrusel nunca deja de girar», Mia y Nico decidieron subirse al carrusel. Sin embargo, tan pronto como lo hicieron, las luces se intensificaron y la música cambió a un tono más oscuro y siniestro. Los animales del carrusel cobraron vida, y los hermanos se dieron cuenta de que estaban atrapados en un encantamiento.
Desde las sombras, emergió una figura alta y delgada: el Sr. Dark, el enigmático operador del carrusel. Con una sonrisa maliciosa, les explicó que los animales del carrusel eran almas atrapadas, y que ahora, Mia y Nico se unirían a ellos, condenados a girar eternamente en el ciclo sin fin donde el carrusel nunca deja de girar.
Mientras el carrusel giraba más y más rápido, Mia y Nico intentaban desesperadamente liberarse. Fue entonces cuando uno de los animales, un león majestuoso, se acercó a ellos y les susurró que había una manera de romper el hechizo: debían encontrar el corazón del carrusel y liberar la energía mágica atrapada en él.
Con la ayuda de los animales, los hermanos comenzaron a buscar el corazón del carrusel. Enfrentaron obstáculos y trampas mágicas, pero su determinación y valentía los llevaron a un compartimento oculto en el centro del carrusel, el núcleo mismo donde el carrusel nunca deja de girar. Dentro, encontraron una esfera brillante que pulsaba con energía mágica.
Siguiendo las instrucciones del león, Mia y Nico colocaron sus manos sobre la esfera y recitaron un antiguo encantamiento. Una ola de luz y energía emanó del corazón del carrusel, rompiendo el hechizo y liberando a los animales atrapados, poniendo fin a la ilusión de que el carrusel nunca deja de girar.
El Sr. Dark, al ver que su poder había sido destruido, desapareció en una nube de humo, dejando atrás solo el eco de su risa malévola.
Con el carrusel detenido y la magia rota, Mia y Nico se encontraron de nuevo en el viejo parque de atracciones. Los animales del carrusel, ahora libres, se transformaron en espíritus luminosos y agradecieron a los hermanos antes de ascender al cielo, llevándose consigo la promesa de que en sus corazones, el carrusel nunca dejaría de girar.
Mia y Nico, con el corazón lleno de gratitud y asombro, regresaron a casa, prometiendo nunca olvidar la aventura en el Carrusel Encantado. Y aunque el parque permaneció abandonado, los niños del pueblo siempre recordarían la leyenda de los valientes hermanos que liberaron a las almas atrapadas y derrotaron al malévolo Sr. Dark, cumpliendo así la profecía de que, en el fondo, el carrusel nunca deja de girar.
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